Con San Antonio el amor

Antonio fue un extraordinario predicador y en sus muchísimos sermones no apuntaba al pecador mas que al pecado, sino al contrario. Y no es que dejase de denunciar los vicios y pecados. No se cohibía ante nadie; caballero, noble, gobernante, obispo. Decía las cosas claras para que todos Ie entendieran. Era su lenguaje sencillo, arrebatado, que lIegaba al corazón y a través de él alas almas.

Pero no creamos que siempre los herejes se convertían escuchando las predicas de Antonio. Estaban tambien aquellos que se sentían derrotados, humillados y, por tanto, se volvían mas furiosos y obstinados, aunque presenciaran los estupendos prodigios que realizaba. Algunos de estos, una vez, se pusieron de acuerdo para eliminarlo, por ser. un hombre que les molestaba demasiado, y recurrieron a un engaño. "Ven a comer con nosotros -Ie dijeron-, será una buena ocasión para hablar y discurrir".
EI santo aceptó porque no era cobarde, estaba segurísimo de su verdad y razón y creía les haría algún bien. Antes de comer -como debemos hacer todos y es costumbre que, por desgracia, se va perdiendo en nuestras familias- bendijo los alimentos. Se comía y se discutía animadamente, pero el fraile, ante la admiraci6n de los comensales, no daba muestras de sentirse mal, a pesar de que en la comida que Ie sirvieron habfan vertido un fortfsimo veneno. Los herejes esperaban sorprendidos y se interrogaban con la mirada ...
-Dios tenga misericordia de vosotros -dijo entonces el santo-. Quereis matarme ... iQue mal os he hecho? iNO habeis leído en el Evangelio de Marcos que los que creen en Cristo aun si beben una bebida mortífera no sufriran ningun mal?


Cuando san Antonio misionó el norte de Italia y desenmascaró a los herejes, pasó a Francia. Estuvo residiendo en Albi, sede de los albigenses; en Montpellier y en Toulouse, quiza la ciudad más importante de Francia en aquel entonces. Esto era por el ano 1224.
La fama de Antonio como gran predicador y hacedor de milagros se difundió por todas partes. Como no podía ser por menos se supo en Asís, donde vivía san Francisco, el fundador de la orden de los menores. Francisco estaba enfermo. Los frailes Ie rodearon y comenzaron a hablarle de Antonio. Le contaron el sermón de los peces, el desaffo de Bonvillo.
San Francisco escuchaba un poco distraído, así como pensando en otras cosas ...
Los frailes continuaban hablandole de Antonio. "¿Sabes? -decfan-, Ie Ilaman el martillo de los herejes, porque ninguno de ellos resiste a la fuerza de sus argumentaciones. Y, ademas, ¡sabe de memoria las divinas Escrituras!"
AI oír estas ultimas palabras "divinas Escrituras", Francisco pareció volverse mas atento, mas interesado en la conversaci6n.
"¡Oh, fray Antonio! -exclamó-.
Le recuerdo, Ie recuerdo ... Le vi aquí en Asís hace anos ... ¡Finalmente, tambien nosotros, los frailes menores, tenemos un obispo!"
No es que san Antonio fuera obispo, que jamas lo fue, sino que san Francisco al Ilamarle así quería decir maestro de vida cristiana.
En la vida de san Antonio sucedieron muchas cosas. Había asistido a muchos capítulos. Había sido guardian, viceprovincial y provincial. Fue nombrado profesor o lector de Teología en Bolonia. Era hombre de profundos conocimientos y con dotes de organizador. San Francisco Ie escribió una carta lIena de respeto, de buenos consejos y hasta de un poco de ironía: "AI hermano Antonio, mi obispo, el hermano Francisco, salud en Cristo. Me agrada que enseñes y que interpretes a los demás frailes la sagrada teología, a condición de que por razón de este estudio no apagues en ellos el espíritu de la santa oración y devoción segun los principios que se contienen en la Regla. Adiós".
Así, por orden de san Francisco, el ambito de trabajo apostó1ico de fray Antonio se hizo mas vasto: ademas de predicar a las gentes se dedicó a enseñar teología a los jóvenes de la Universidad de Bolonia.


Felicitamos de manera sincera, a todos quienes llevan el nombre de este hermano nuestro franciscano, muy querido y venerado en nuestro Estado Lara. Hoy en el Tocuyo, Curarigua, Cabudare, Carora, Barquisimeto, suenan los tambores para bailar a San Antonio el popular Tamunangue.